En un capítulo de la serie Sex and the City, Carrie -la protagonista de la serie-, trabaja para Vogue y recibe instrucciones precisas de que lo fundamental en sus artículos debe ser vender a los diseñadores.
La libertad de prensa para cualquier redacción de estilos o revistas propias de este tema: ¡no existe! Pero si la hay, se expresa solo de manera negativa de cierto acontecimiento o un producto, aunque cuando sucede positivamente, es solo para referirse de acontecimientos someros e intrascendentes para la cultura del público.
La escasa cultura de moda en México favorece que haya una visión editorial muy baja y de contenidos limitados en exceso. Para describirlo de una manera puntual, la sección de estilos de El Universal es considerada por elementos de este medio, como la más olvidada y descuidada por los directores del periódico. Esto es razón para que la editora de esta sección haga las cosas más desapegadas e intrascendentes sobre el tema.
En contraposición se encuentra El Reforma; cuyo contenido de estilos y moda se vanguardiza de manera tal, que los sábados aparece el suplemento “moda” que puede ser una explosión de color y diseño muy superiores que cualquier medio en papel periódico del país.
La libertad de prensa –retomando el punto-, esta unida y es inseparable de la era comercial
internacional. Las posibilidades de cualquier medio o espacio especializado en moda o estilos, tendrán que anteponer sus discursos a las necesidades que su patrocinador les exiga. La relevancia del artículo, debe ser comprar aquello de lo que se está hablando. La publicidad ha trascendido –en los medios impresos- de ser una hoja con imagen y un logo/slogan, a un artículo o párrafo en que se habla de cualidades no del todo ciertas y que comprometen la veracidad editorial de la publicación. La libertad del periodista, en este caso, termina donde comienzan los intereses del patrocinador. Eso es todo.
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